Irayda Pasquier, es una joven de 26 años proveniente de Managua, se unió a los 14 años y antes de sus 15 ya estaba embarazada. Cursó hasta segundo año de secundaria. Salió de su casa en busca del amor, protección y armonía que tanto le faltaba en su hogar. Presenció mucha violencia de su padre hacia su madre, no conversaba con ellos y decidió escapar y buscar refugio en la familia de su novio.
“Me enamoré del muchacho y como no querían que anduviera con él, entonces decidí irme. Mi papá le pegaba a mi mamá entonces también todo eso me llevó a que me fuera más rápido” cuenta Irayda.
En Nicaragua, la proporción de mujeres de 20 a 24 años que informaron haberse unido o casado antes de los 18 años fue de 35.2%, de acuerdo a la Encuesta de Demografía y Salud 2011/12.
Ahora reflexiona y considera que le hubiese gustado prepararse mejor para las responsabilidades que conllevó su unión y luego los hijos. “Me hubiese gustado estar mejor, seguir estudiando, no salirme de clases” menciona.
En el ámbito educativo, las uniones a temprana edad constituyen una causa de deserción escolar entre mujeres adolescentes. El 35% de la deserción escolar se explica por causas asociadas a la falta de poder ejercer los derechos reproductivos. Idealmente las y los adolescentes deben al menos culminar la educación secundaria para elevar sus posibilidades de una trayectoria educativa y laboral más acorde a sus aspiraciones.
En la medida que niños, niñas y adolescentes dispongan de un mayor bienestar físico y emocional, tendrán mayores posibilidades de alcanzar los logros educativos que se propongan, obtener ingresos dignos y participar activamente en las decisiones públicas que afectan sus vidas; teniendo de esta manera más opciones para elegir la vida que desean llevar, asegura el estudio “Causas, Factores asociados e implicaciones de las Uniones a Temprana Edad en Nicaragua” elaborado por UNFPA Nicaragua.
“Ojalá que más adelante logré tener mi casa, algo que sea mío y diga, aquí puede venir quien sea…yo quisiera tener muchas cosas, pero no puedo” reflexiona Irayda.
Las evidencias del estudio elaborado por UNFPA, muestran que las Uniones a Temprana Edad constituyen una práctica que limita el desarrollo integral de niñas, niños y adolescentes, obstruyendo el despliegue de sus capacidades y oportunidades para vivir una vida con dignidad.